Eva Soms y Aurèlia Mañé. Observatorio de Asia Central, Casa Asia
Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán, Uzbekistán y Mongolia han sido durante los tres últimos años el objetivo del seguimiento que lleva a cabo el Observatorio de Asia Central (OAC), un proyecto de Casa Asia, CIDOB y Real Instituto Elcano.
Durante los tres últimos años, el OAC ha seguido la actualidad política, económica y social de los países centroasiáticos con el objetivo de recoger la información que pudiera ser más útil para los lectores españoles y de los países hispano-hablantes. Este seguimiento viene reflejado en la web del Observatorio (https://asiacentral.casaasia.es/) y en los boletines bimestrales a través de los corresponsales locales que explican su punto de vista sobre la actualidad de su país. Durante este tiempo hemos comprobado que tanto en España como en los países latinoamericanos existe un interés por saber más sobre la región centroasiática; prueba de ellos es que siguen aumentando cada día las peticiones de información acerca de Asia Central y las conferencias, ciclos de cine y encuentros que se organizan siguen despertando un éxito inusitado si tenemos en cuento el desconocimiento general de la región en España.

También ha sido durante estos últimos años cuando han nacido iniciativas sin ánimo de lucro como la Asociación hispano-kirguís “Sumalak”, la Asociación Amu Daria, la Asociación “Sunkar” o la Asociación de Mongolia en Cataluña, que están sabiendo dar un uso inteligente a las redes sociales para dar a conocer los países centroasiáticos más allá de tópicos creados por la ignorancia sobre el pasado y el presente de las gentes que viven en esos territorios.
Ha sido también en este período en el que han aumentado los contactos diplomáticos entre España y los países centroasiáticos, se ha creado la figura de un Embajador en Misión Especial para Asia Central en el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación y una Embajada de Uzbekistán en España. La presidencia española de la Unión Europea, pese a tener que hacer frente a los embates de la crisis, quiso también dar un espacio reservado a Asia Central en su programación reivindicando así el interés de España en Asia Central. En este contexto, instituciones como la Comisión Europea y el Ayuntamiento de Barcelona apoyaron en su momento la iniciativa española de llevar a cabo el primer encuentro entre sociedades civiles de España, Europa y Asia Central en Barcelona. Paralelamente, proyectos como EUCAM (EU-Central Asia Monitoring), de los think tanks FRIDE y CEPS, o la Fundación Alternativas-OPEX, han aportado su conocimiento en materia de relaciones internacionales, ayudando a crear una masa crítica sobre Asia Central en España. Asimismo, existen ya investigadores españoles que han decidido apostar por Asia Central como eje de su especialidad, pese a la escasez de recursos que se le destina a la región.
Bien es sabido que España y el idioma español son más conocidos en ciudades como Samarcanda, Astaná, Bishkek o Ulán Bator que cualquier idioma o cultura de los países centroasiáticos en España. Aún así, son aún pocas las empresas españolas que se han acercado a los mercados de Kazajstán, Uzbekistán y –un cada vez más abierto- Turkmenistán. La marca de España en Asia Central es poco visible, pero está bien posicionada por estar relacionada con la alta tecnología –en el caso de TALGO, Repsol- ingeniería –en el caso de Maxam- o moda –en el caso de Mango.
La cooperación en el terreno educativo ha aumentado también en los últimos años: las universidades de Uzbekistán, Kazajstán y Turkmenistán se han acercado en varias ocasiones a España para colaborar en proyectos de apertura internacional, lo cual es una señal de esperanza para el futuro de los intercambios universitarios. Por su parte, universidades de Barcelona, Madrid, Córdoba, Castilla-La Mancha o Santiago de Compostela han abierto sus contactos y sus líneas de investigación multidisciplinares a los “5-stanes”, ya sea para la investigación de temas energéticos, de recursos hídricos, o gobernanza o simplemente para acoger a numerosos estudiantes centroasiáticos de intercambio que ven en España un buen país para formarse. Estos estudiantes son la base de la comunidad centroasiática que vive en España: hablan varias lenguas -entre otras, el español y el ruso-, conocen España y dan a conocer sus países respectivos a través de sus redes de contactos y amistades.
Llevó muchos años entender que España debía abrirse a Asia y ahora se están recogiendo los frutos del trabajo realizado durante los últimos diez años, con una nueva generación de profesionales con experiencia en países como China o India.
Esperamos que los esfuerzos de instituciones públicas, asociaciones, empresarios e individuos particulares que ponen su empeño en apostar por Asia Central actualmente, puedan recoger los mismos frutos que aquéllos que en su momento decidieron apostar por Asia Oriental.