Farrukh Naberayev. Director de la ONG “Samarkand Tourism Development Center” y miembro de la Central Eurasian Studies Society (CESS)

Embrujado por la bella turca Shiraz
Es como una brisa de frescura en el calor,
Por su lunar indio, yo, sin pensar,
Daría Samarcanda y Bujára.

Estas populares frases en Oriente están imbuidas de admiración y encanto hacía la mujer oriental, ante cuya belleza se atenúan el brillo y la grandeza de Samarcanda y Bujára. Siempre quedará como un enigma sin solución, al menos juzgado por el sentido e inteligencia de un europeo, como el lector hispanohablante, qué clase de tesoro quiere regalar el poeta por el lunar de la mujer oriental…

En una revisión superficial de la región entre los ríos Amu Darya y Syr Daria (Transoxiana para los griegos) de la atención de los visitantes pueden escapar los matices del trato que en Oriente expresan su cultura peculiar, pero llamarán mucho la atención algunas palabras del trato de, digamos los tayikos de Samarcanda y Bujara, hacia sus padres, con las palabras «padar » y » modar» (y de forma más íntima » papá » y «Momo / Nana «). Es posible que hace 500 años el embajador español Gonzalo Ruy de Clavijo, durante su misión a Samarcanda hacia la corte del Señor del Universo Timur (Tamerlán), pudo escuchar estas palabras, muy cercanas para él y exclamar “¡pero si dicen `Padre´ y `Madre´!” y maravillarse de la existencia de esas palabras entre «bárbaros».

Palabras poco conocidas para el hombre occidental, como Bujára, Samarcanda, Shiraz, lunar indio, reflejan realidades exóticas y étnico-nacionales. Se vislumbra, por lo general, la idea de algún tipo de empatía entre naciones y grupos étnicos. Estas ideas, en particular sobre la simbiosis única turca-tayika, la expresa Lev Gumilev en su libro «La antigua Rusia y la gran Estepa».

Y unos 700 años antes de Gumilev, Saadi ya confirmaba:

Bani Odam – a`zoi yakdigarand,
Ki dar ohirinash – zi yak gavharand

Los hijos de Adán son parte de sí mismos y, finalmente, componen un solo filo de diamante.

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