Francisco Veiga. Eurasian Hub
En España y países latinoamericanos existen una constelación de auténticos especialistas en Eurasia y Asia central, que en muchos casos pasan desapercibidos: para el mundo universitario, para la diplomacia, para la prensa, para aquellos estamentos profesionales que no son el suyo propio. Son profesionales que en varios casos conocen una o varias lenguas exóticas, que llevan años residiendo en países lejanos o manejando un importante volumen de información, pero que están lejos del relumbrón mediático o de la consideración académica. El proyecto Eurasian Hub nació en febrero de 2008 para descubrirlos y ponerlos en contacto, potenciando sus conocimientos y acercándolos al mundo académico.
Por lo tanto, Eurasian Hub se diferencia de los think tank de modelo anglosajón por el hecho de que no depende de ningún partido político, institución gubernamental o empresa comercial, y en consecuencia la independencia de criterio de sus análisis es total. La financiación externa es nula, y la dinámica de funcionamiento coincide más con el de una cooperativa, por lo que la asociación se define como un laboratorio, o más precisamente, como un «colaboratorio de ideas». El resultado de esa interacción es utilizado libremente por cada miembro en sus actividades laborales o académicas, y a cambio aporta toda aquella información o análisis que desee. De esa forma, el foro, que es el núcleo de la actividad de Eurasian Hub, incluyendo el diseño de nuevos proyectos y actividades, hace que los socios desarrollen una actividad continuada.
De otra parte, a pesar de su disparidad, todos ellos se conocen entre sí, ni que sea indirectamente, y han contrastado sus informaciones o puntos de vista en el foro de Eurasian Hub, durante meses. No sólo eso: ocasionalmente se aventuran a traspasar las fronteras de su propia especialización para intervenir en el terreno de los demás. Esa versatilidad incluso propició que expertos que ni siquiera conocían las direcciones de sus respectivos correos electrónicos, separados por siete mil kilómetros de distancia, hayan realizado conjuntamente un interesante proyecto.
En las Navidades de 1991 la Unión Soviética tocó a su fin, y con ello aparecieron cinco nuevos estados soberanos en el mundo: los cinco «tanes», o Kazajstán, Uzbekistán, Turkmenistán, Kirguistán y Tayikistán. Así, en el Corazón de Asia Central se produjo una cambio de gran calado; para algunos revivía el Gran Juego disputado por ingleses y rusos en el siglo XIX, para otros se abría la última gran frontera que podía quedar en un mundo que caminaba a marchas forzadas hacia la globalización, y cabía también la posibilidad de considerar que la desintegración de la Unión Soviética diluía un enorme bloqueo multisecular que impedía una comunicación más fluida entre Europa y China, propiciando la aparición de una versión corregida, ampliada y modernizada del viejo concepto eurasiático. Y ese es precisamente el contexto que da pie al libro El retorno de Eurasia y a la propia idea de que en todos estos años se ha producido un verdadero retorno de Eurasia.
Por lo tanto, este libro ofrece información y análisis. Pero el sentido final de la obra es también el de generar nuevas formas de análisis, planteamientos renovados. Y no sólo en relación al material ofrecido en cada uno de los capítulos. El proyecto incluye recoger el punto de vista de especialistas muy variados y con grados de experiencia dispares. Firman en este libro periodistas, historiadores, militares, diplomáticos, investigadores especializados. En sus apreciaciones hay, según los casos, muchos años de veteranía, o nuevas formas de ver las situaciones, junto con calidad profesional o análisis que surge del testimonio directo. En función de los autores, aportan una cosa o la otra, o varias a la vez…
